Nunca se han visto. Solo se encuentran en los reflejos, en la inevitable guerra de los espejos. Ya nacieron sincronizados en un baile paralelo, y difícilmente podrían haber evitado su enfrentamiento. Cuando algo cae del cielo es seguido por ambos con un movimiento mimético hasta el suelo. Lo que uno pierde de vista por su izquierda es aquello que el otro ha comenzado a ver por la derecha hace unos segundos. Los dos buscan con sus pupilas los mismos espacios, los mismos objetos, y ninguno de ellos quiere observar nada que no esté siendo observado por el otro. Se baten en una lucha reiniciada con cada parpadeo simultáneo. Conviven equidistantes, con movimientos ágiles, sin detenerse ni en sueños. Pero para mi sorpresa, aquella tarde acabó llorando justamente el ojo que quedó abierto en el guiño. Un segundo antes, a un metro de la puerta, los dos quedaron observando fijamente el mismo punto. La cerradura dorada de tornillos oxidados tentó mi curiosidad. Ambos querían ver qué ocurría dentro de la habitación. Solo uno de ellos podía hacerlo. El otro quedaría derrotado tras mis párpados por un azar que no merece. Tras apoyar mi nariz sobre la base de la cerradura, ganó esta vez el ojo derecho. Fue éste el ojo que vio lo que ocurría al otro lado de la cerradura. A pesar de su victoria, aquella tarde derramó lágrimas sin cesar. El ojo izquierdo nunca llegó a comprender que su derrota lo había salvado de contemplar aquella tragedia.
sábado, 29 de noviembre de 2008
Miradura
jueves, 20 de noviembre de 2008
el azar
Nos pasamos la vida intentando llenar de certidumbre el mañana. Planificamos con antelación para no errar. Queremos ser precabidos, queremos ser cautos, queremos controlar todo lo que nos depara el futuro. Creemos saber cómo hacerlo, y aconsejamos a la gente lo que debe hacer para conseguirlo. Creemos estar llenos de verdad, y rechazamos lo que no está escrito en nuestro dogma.
No hay cámaras ocultas, no hay detectives secretos con gabardina beige, no hay coartadas. No intentes comprenderlo, porque lo esencial se resiste a ser descubierto.